Introducción



Este blog fue creado con una finalidad única. Escribir y publicar historias, cuentos o, por que no, novelas también.
Yo soy una joven escritora
de 17 años. Amo y ame toda mi vida escribir historias, y si bien me encanta escribir de lo que sea, lo que más me apasiona son las historias de amor. Seguramente las historias sean repetitivas, aunque eso es lo que trato de evitar, así que puedes dejarme tu comentario en cada historia publicada.
Lo que pretendo a través de este blog, como dije anteriormente, es publicar historias de todo tipo. Pero lo que necesito es que el mundo conozca mis historias, mi imaginación, mi talento y sobre todo, mi pasión.
Espero que les agrade mis cuentos o novelas en algunos casos, y en el día de mañana, poder hacerme una gran escritora.

Gracias, Matilda.


lunes, 24 de enero de 2011

El Hombre de Tapado Gris y Sombrero a Cuadros

Él me había dicho que si tenía dudas, que busque en mi bolsillo y allí encontraría la respuesta, pero como era un sueño, luego lo olvidé.

Después de salir de trabajar, fui al hospital, donde se encontraba internado mi papá. Él tenía una enfermedad sumamente contagiosa y peligrosa, y sobre todo, muy dolorosa. De modo que estaba en una habitación aislado y nadie podía verlo excepto a través de una ventana de vidrio, pero él no podía vernos a nosotros. Hacía ya casi 2 meces que se encontraba en esa habitación, rodeado de luces blancas, aparatos ruidosos y cables que rodeaban todo su cuerpo. No tenía contacto con nadie, sólo con una enfermera que lo ayudaba a bañarse y le llevaba comida todos los días. El único modo de distracción que tenía era una televisión.
Yo odiaba verlo en ese estado. Era algo que no podía soportar. La persona más importante de mi vida estaba muriendo y no podía hacer nada para ayudarlo. Era algo que me desesperaba y me angustiaba de manera casi incontenible.
Pasaban los días y mi padre no mejoraba. Había momentos en los que parecía que si, pero luego decaía más.
Una noche, después de volver tarde del hospital, no pude ni llegar a desvestirme para caerme desmayada en la cama a causa del cansancio que tenía. Esa noche tuve un sueño extraño. Soñé que un hombre de tapado gris y sombrero a cuadros me decía que busque en mi bolsillo para hallar mi respuesta. Lo repetía una y otra vez, pero por alguna razón yo no le hacía caso.
Esa mañana me desperté y fui a trabajar. A la tarde, como siempre al salir del trabajo, fui al hospital.
Cuando llegué a la puerta de la habitación de mi papá, vi a mi hermano y a el médico hablando, Juan en cuanto me vio me hizo señas para que me acercara.
-Laura, hola- Dijo mi hermano.
-Hola Juan.
-Buenas tardes.- Saludé al doctor, él cual respondió con una leve sonrisa.
-Laura,-comenzó Juan- hay algo importante que tenemos que decidir con respecto a papá. Recién hablando con el Dr. Gotozi me dijo que papá esta en una situación muy delicada donde hay que decidir…
-¿Decidir qué?- Pregunté nerviosa.
-Su padre esta en una etapa donde puede llegar a morir muy fácilmente. Pero hay un tratamiento basado una droga que puede llegar a ayudar a salvarle la vida.- Contestó el médico.
-¿Y qué esperan para dársela?- Pregunté, frenética.
-Es que no es tan sencillo Lau- Dijo mi hermano.- Si papá toma la droga puede que se salve y que no. Hay un cincuenta por ciento de probabilidades de que si la toma se cure completamente y pueda vivir de acá en adelante una vida sin molestias ni secuelas de la enfermedad, pero también hay otro cincuenta por ciento de posibilidades que si la toma no se cure, sufra el triple de lo que esta padeciendo ahora, y puede llegar hasta delirar a causa del dolor, la agonía y el aislamiento constante.
En cuando me tiraron esa bomba me quedé atónita, plantada en aquel frío y desolado pasillo de hospital, frente a la cara de Juan, inundada en preocupación y desesperación.
-Srta. Martínez, no hace falta que lo decidan ahora, pero tiene que saber que tampoco cuentan de mucho tiempo.- Dijo el médico. Luego hizo un gesto con la cabeza y se marchó sin más.
Juan me miró.
-¿Estas bien?
-Si… si.- Dije, aún algo confundida.
-Y bien… ¿Qué decís a todo esto?
-No sé… tengo que pensar mucho…
-Yo quiero que haga el tratamiento- Dijo mi hermano, ladeando la cabeza.
-Es una decisión difícil, la quiero pensar bien antes de hacer nada.
-Pensalo tranquila, pero no te olvides que no hay mucho tiempo.

Esa noche tuve mi sueño de nuevo. 
El hombre de tapado gris y sombrero a cuadros, aparecía y me decía que busque en mi bolsillo y ahí encontraría la respuesta. Entonces, puse la mano en el bolsillo de la campera blanca que llevaba, y encontré una foto vieja de mi papá sonriendo, y, a pesar de la vejez de la foto, se sentía la felicidad que irradiaba su sonrisa.
En cuanto me desperté lo llamé a mi hermano y le dije que a las 8 de la mañana lo veía en el hospital.
Cuando llegué, casi corrí a la habitación de mi padre, y vi a Juan, que estaba en la puerta.
-Ya tengo la decisión.
-¿Qué decisión?
-¡La de papá!
-¡Ah! ¿Qué hacemos?
-Hay que darle la droga.
-¿Estas segura? Mira que una vez que le damos la primera dosis no hay marcha atrás, Lau.
-Estoy segura.- Luego le conté mi sueño y lo entendió.
Esa misma tarde mi papá recibió la primera dosis de su tratamiento, el cual deberá tomar por casi ocho meces.
Finalmente, él evolucionó muy bien a la droga. Se recupero sin ningún tipo de inconveniente. Vivió lo que le quedaba de su vida feliz y a pleno. 
Murió a los 87 años de viejo, dormido en su cama.
Después de eso, jamás volví a soñar con el hombre de tapado gris y sombrero a cuadros.

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