Introducción



Este blog fue creado con una finalidad única. Escribir y publicar historias, cuentos o, por que no, novelas también.
Yo soy una joven escritora
de 17 años. Amo y ame toda mi vida escribir historias, y si bien me encanta escribir de lo que sea, lo que más me apasiona son las historias de amor. Seguramente las historias sean repetitivas, aunque eso es lo que trato de evitar, así que puedes dejarme tu comentario en cada historia publicada.
Lo que pretendo a través de este blog, como dije anteriormente, es publicar historias de todo tipo. Pero lo que necesito es que el mundo conozca mis historias, mi imaginación, mi talento y sobre todo, mi pasión.
Espero que les agrade mis cuentos o novelas en algunos casos, y en el día de mañana, poder hacerme una gran escritora.

Gracias, Matilda.


miércoles, 11 de agosto de 2010

La Verdadera Historia de Pinocho

Había una vez un joven carpintero llamado Yepeto. Este, a la edad de veintiuno contrajo matrimonio con otra joven de diecinueve años llamada Marie. Continuaron casados por casi cincuenta años.

Ellos intentaron por muchos años tenes hijos, pero Yepeto no podía.

Cuando Marie tenía 60 años, muere a causa de una enfermedad. Yepeto quedó devastado, solo y deprimido.

Unos años más tarde, él construyó un muñeco de madera al cual lo llamó Pinocho. Yepeto, a causa de su soledad y depresión, empezó a interactuar con él como si fuera un niño de verdad y su propio hijo. A medida que pasaba el tiempo, Yepeto estaba cada vez más y más convencido de que Pinocho era real, pero él seguía siendo sólo un muñeco.

Un buen día, un vecino de Yepeto lo visita en su casa y le dice que Pinocho no era real y que sólo era un invento de su imaginación. Yepeto se enojo de tal manera con él que lo sacó a gritos y golpes de la casa. Estaba negado a entender la verdad.

Pasaron los días y Yepeto no podía dejar de pensar en las palabras de su viejo amigo Arturo. Entonces, un día, lo miró a Pinocho sentado sobre aquel empolvado estante y vió que en verdad el era un tonto muñeco de pino.

Entonces entendió que él fue siempre pura fantasía de su locura. Pero deseaba con todas sus fuerzas que Pinocho sea real, como él lo había imaginado por durante tanto tiempo. Fue entonces, que desde esa noche, durante todas las noches, antes de irse a dormir rezaba veinte oraciones a la virgen para que Pinocho cobre vida.

Después de meses y meses de rogar para que Pinocho viva, un día, mientras dormía, sintió que alguien, con una dulce voz de niño, lo llamaba para que se despierte y salga a jugar con él. Yepeto se despertó de un salto, y lo primero que vió fue a Pinocho convertido en un niño, sentado al pie de la cama.

-¡Pinocho!, ¡Pinocho!, ¡estas vivo!- se rasco los ojos para ver si era real y lo era. Pinocho estaba vivo.

-Sí papá. Gracias a tus incansables rezos.

-¡Dios Pinocho!, nunca fui más feliz en toda mi vida. ¡Sos real!

-Real como tú y los otros niños.

Continuaron festejando por unos minutos más y luego se sentaron para salir a jugar. Y fueron felices por muchos más años.

Pinocho iba a la escuela más cercana a la casita de Yepeto. Él era muy buen estudiante, pero tenía un grave defecto: él mentía compulsivamente. Pero para que no lo hiciera, Yepeto lo amenazaba con que si mentía le iba a crecer la nariz. Pero a Pinocho no le asustaba mucho eso. Lo único que lograba infundirle gran temor eran las ballenas, entonces Yepeto lo empezó a amenazar con que si mentía de nuevo, una ballena grande y azul se lo comería de un bocado. A él le agarró t asisto que no dije nunca más una mentira.

Un día de lluvia torrencial, el carpintero se despertó de su siesta diaria para salir a jugar con su hijo que debería estar aburrido con tanta lluvia. Lo buscó por la cocina, el baño, su habitación, la habitación de Pinocho, el living y Pinocho no estaba. Hasta que fue a su taller, donde trabajaba con la madera.

-¡Pinocho, Pinocho!, ¿dónde estas?

Pero el no respondía, entonces se dio media vuelta y lo vio sentado en la mesa donde contaba la madera. Este estaba convertido en un muñeco de madera. Yepeto se acercó y lo tomó entre sus manos. Lo sacudió, le grito y hasta en un momento llegó a pegarle muy levemente, pero él seguía siendo un muñeco.

Entonces salió corriendo de la casa bajo la lluvia y le tocó la puerta a su vecino, que anteriormente le había abierto los ojos sobre Pinocho, y le pregunta que fue lo que paso con su hijo. Arturo no entendía nada de lo que le decía y lo miraba como si estuviera diciendo locuras, entonces le dice que Pinocho nunca había sido real y siempre fue producto de su imaginación. Yepeto decide no creerle y fue a preguntarle a todos los otros vecinos, pero todos decían lo mismo, pero a él le contaba aceptar la verdad, entonces fue cuando vio la escuela entre la lluvia y fue hacía ella. Entro y estaban las autoridades en la entrada dando un discurso a los demás chicos sentados en el suelo muy atentamente escuchando. Él le preguntó al director de la escuela que fue lo que pasó con su hijo, para saber si alguien le podría responder porque de repente Pinocho no era más un niño como todos los otros. Él le respondió diciéndole que Pinocho jamás había sido real y que era todo un producto de su loca mente.

Yepeto comenzó a ponerse cada vez más y más violento y los niños sentados en el piso habían empezado a asustarse. Entonces el director se le acercó y le dijo:

-Señor, usted hace años que no sale de su casa.

-¡Eso es imposible!, yo tengo un hijo, Pinocho, y viene acá, estudia en esta escuela, y salgo todos los días a jugar con él.

-No, usted no tiene hijos. Y nunca tuvimos a nadie llamado Pinocho en la institución, además hace muchos años que usted no sale de su casa, sino me cree mírese usted en el espejo.

Yepeto se dio media vuelta y se miró al espejo. Tenía el aspecto de un vagabundo. Al ver esto, no soporto que la realidad lo aplastase de esa manera y se fue corriendo a algún lugar que nadie supo, y jamás se volvió a saber de él.

Fin.

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