Introducción



Este blog fue creado con una finalidad única. Escribir y publicar historias, cuentos o, por que no, novelas también.
Yo soy una joven escritora
de 17 años. Amo y ame toda mi vida escribir historias, y si bien me encanta escribir de lo que sea, lo que más me apasiona son las historias de amor. Seguramente las historias sean repetitivas, aunque eso es lo que trato de evitar, así que puedes dejarme tu comentario en cada historia publicada.
Lo que pretendo a través de este blog, como dije anteriormente, es publicar historias de todo tipo. Pero lo que necesito es que el mundo conozca mis historias, mi imaginación, mi talento y sobre todo, mi pasión.
Espero que les agrade mis cuentos o novelas en algunos casos, y en el día de mañana, poder hacerme una gran escritora.

Gracias, Matilda.


miércoles, 14 de julio de 2010

Mariposa

Esta es la historia de una beba que nació y murió en la misma semana.

Se llamaba Zaira Franchesco y había nacido un 22 de febrero de 1981, aunque ya sabrán el después.

Su pelo era de un tono rubio claro realmente bello. Sus ojos, de un color marrón chocolate. Sonreía todo el tiempo. Era mi hija.

Cuando sólo tenía 3 días de vida, fuimos a visitar a mis padres para que la conocieran. Mi madre la recibió con su mejor obsequio, un chalequito tejido por ella de color rosa. Ambos estaban encantados con la niña. Quedamos en vernos al día siguiente, no querían perderse un segundo de caricias y besos.

Volviendo a nuestra casa, un camión de carga impactó con furia nuestro auto. Destino insospechado, un golpe al corazón…

Mi esposa y yo estuvimos internados dos días. Traumatismos varios, buen pronóstico.

Pero Zaira no gozaba de igual suerte. Estaba grave, el camión había elegido, sin saberlo, el exacto lugar donde dormía nuestra hija.

Al cabo de una semana, aferrados de la mano, enfrentamos la peor de las noticias. Zaira había muerto.

Mi esposa y yo lloramos mucho su perdida.

En el transcurso de los días, la sensación fue peor. Imposible entender que ya no la tenía, ya no estaba, ya no escuchaba su risa angelical. ¿Qué hacer con tanto amor y una cuna vacía?

Una silenciosa y profunda depresión, se apoderó de mí. Corroía mi vida, despacito, se había adueñado de lo bueno, de lo lindo… simplemente, nada parecía tener sentido.

Y de la misma manera sorprendente en que un accidente se llevó un pedazo nuestro, poco después, Sofía, mi mujer, me anunció que otra vida se anidaba en su vientre.

Sentí tanta alegría al escuchar esa nueva oportunidad que nos brindaba el destino. Quizás, a pesar de todo, yo era un hombre afortunado. Recuperé la entereza, ensayé mil sonrisas y esperé, pacientemente, a que un 15 de Marzo de 1982, que naciera nuestro hijo, Facundo.

Facundo Franchesco significaba la esperanza, pero también un desafío… vencer el miedo.

A los 7 días de nacido lo llevamos a la casa de mis padres para que lo conocieran. Mi madre, como la vez anterior, le había tejido un bonito chaleco de color celeste.

Al volver a nuestra casa, con las manos aferradas al volante, tembloroso aún por los recuerdos, observé como una mariposa se posaba en el parabrisas de nuestro auto, detenido en un semáforo.

Era bella, muy bella y en sus alas amarillas, por un momento, creí reconocer el dibujo de una mirada color chocolate. Un bocinazo me distrajo, la luz ya estaba verde y ella voló sin prisa, como una bendición.

Giré hacia mi hijo, que dormía placidamente en el asiento trasero. Necesitaba comprobar su existencia.

En ese segundo supe, con absoluta certeza, que nada le sucedería.