En ese momento me invadió una angustia incurable en el pecho, no sabía que era o a causa de que estaba, pero era desesperante.
Entonces, tratando de hacer algo para parar este dolor, la llame a mi mejor amiga, Daiana. Ella me trataba de comprender, pero le era muy difícil ya que ni yo sabía que me pasaba.
Pasaban los días y la angustia no cesaba. Me estaba volviendo loca, a cada lugar donde iba me ponía a llorar y me angustiaba. Realmente me desesperaba.
Un día, cuando volvía a mi casa, mientras estaba cruzando la barrera del tren, ví el tren venir enfrente mío, entonces, sentí un dolor desgarrador en todo el cuerpo, y de repente, no escuché, sentí ni ví más nada.
Fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario